15 ago 2015

BUONGIORNO PRINCIPESSA!

Era un mal día, o bueno, sencillamente era uno de esos días en los que la carga de las responsabilidades y una serie de eventos desafortunados la tenía abrumada.

Esa mañana tenía el ceño fruncido, algo de mico, afán y para colmo debía arrimar a la bomba a tanquear... su estado zen flaqueaba últimamente. Pagó, arrancó y el tráfico no la dejó pasar.

Luego pasó él, en una bicicleta sin cambios, con una sonrisa gigante irresistible y la frescura de quien disfruta el viento en la cara. La vio y así como sólo se ve en aquellas películas francesas le sonrió y le lanzo un beso con su mano.

Ella no supo como reaccionar, no lo esperaba, acababa de recibir uno de los gestos más bonitos y desinteresados que había recibido en su vida y desde el fondo de su ser le sonrió de vuelta.

El siguió su camino y ella el suyo, tal vez nunca se vuelvan a ver, sólo quedará la sonrisa y el recuerdo de su corto encuentro.

Muchas veces los actos más desinteresados de afecto se encuentran en donde menos lo esperamos.

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