24 sept 2018

UN DOS TRES...

Ella era auténtica y un tanto cícilica, quienes lograban conocerla entendían a la perfección cuál sería su estado sólo al verla, como si la conocieran desde lo más profundo de su ser.

Merodeaba todas las noches con dulzura, dejando a su paso suspiros, anhelos, deseos y sueños. Para muchos era difícil resistirse ante su presencia, hasta los más esquivos tenían un momento para observarla pasar.

Algunas veces se dejaba cubrir con un velo mientras recorría sus pasos sin cesar, una danza que ella conocía de siempre, desde que tenía uso de razón, un dos tres, un dos tres, un dos tres era el repicar del movimiento.

Otras veces, salía a caminar en puntillas con su traje oscuro, casi imperceptible, furtiva y ensimismada, continuaba su danza sólo para ella, para si misma, disfrutando desde su suave mirada el paisaje que la ignora, es divertido que no la vean, aunque sabe muy bien que se hace sentir. Cada uno de ellos sentiría su atracción constante en cada partícula de agua remanente en sus cuerpos, siempre había sido así, eso la divertía y la llevaba a sonreir pícaramente: esas sonrisas como de película.

Un dos tres, un dos tres, un dos tres...

Esa noche salió sin misterios, se dejó ver como era: hermosa, completa, brillante... Su danza podía ser vista por todos quienes la observaban con una leve obsesión, todos se rendían a su paso y ella sabía muy bien que era magnética e imponente. 

Un dos tres, un dos tres, un dos tres...

Recibió halagos, amores, cartas y poemas. Provocó suspiros, sueños y propuestas. Era ella, la misma que danzaba en la oscuridad y en la luz, siempre presente, siempre bella.

Ella hoy era la Luna y estaba Llena.

19 sept 2018

HURACÁN...

El huracán lanzó por primera vez su advertencia, venía en categoría 2, por eso ella no se asustó cuando encendieron las alarmas. 

Era un momento pacífico para ella, inició su paseo matutino como todos los días, verificó que todo estuviera en su lugar: el parque, la panadería, la guardería, el cine, su restaurante favorito y el museo, apreciaba todos esos detalles que componían su estilo de vida.

Era muy lindo todo lo que veía, lo había construido con mucho esfuerzo y se sentía orgullosa, la muralla siempre había estado ahí desde que tenía uso de razón, pero sus árboles crecían cada vez más frondosos e imponentes, sus calles eran iluminadas y llenas de colores, era enorme y sólo para ella, con todo lo que quería.

El viento empezó a arreciar en la orilla y la desconcentró, era maravilloso ver como movía las cosas que nunca se habían movido, cómo iba adentrándose desde el horizonte mientras los árboles emitían silbidos incesantes y rítmicos, cada vez más sonoros. No sentía miedo, pues la muralla de la ciudad aún intacta seguía firme ante las inclemencias del tiempo, finalmente ya conocía el paso de esos huracanes y lo bien que estaba protegida.

El huracán cambió de categoría sin que ella lo notara, pasó de moderado a extremo y se empezó a abrir paso a través de los muros, poco a poco fue destruyendo una a una las barreras ante su mirada atónita, se asustó, pero no huyó (siempre lo hace), siguió observando como su lugar amado se encontraba cada vez más expuesto. 

Sólo quedaban los últimos vestigios de la muralla cuando el viento comenzó a ceder hasta desaparecer por completo. Tenía mucho miedo, salió de su escondite y corrió a evaluar los daños. 

Muchos lugares estaban bastante golpeados pero seguían firmes, mientras que la muralla fue completamente destruida. Se sintió vulnerable, triste y desubicada, lloraba su pérdida.

Suavemente y en medio de sus lágrimas levantó la mirada, era la primera vez que lograba ver el exterior, más brillante que nunca, de un color azul intenso que se extendía hasta el infinito, era hermoso y complementaba todo el lugar.

Si, había estragos, nunca había estado tan expuesta pero era maravilloso, todo era ahora diferente.