Cuando era niña solía ser retraída, rodeada de bullying y que lloraba muchas veces al llegar a casa. Sentía que no pertenecía a ningún círculo ni ningún espacio por lo que era una niña ausente, creé barreras fuertes para no conectar con nadie, para no sentir daño hasta que ella llegó.
Era una nueva estudiante, asustada, llena de miedos por sus cambios recientes que intentó interactuar conmigo, y yo, alguien dañado por un entorno que no sabía manejar, la dañé, la traté mal y la hice llorar desde una perspectiva de total inconsciencia. Pasé de ser víctima a victimario en su historia.
Verme como las personas que no quería ser y sentirme reflejada como víctima fue mi primer impacto, decidí bajar mis barreras con ella, le ofrecí compañía y nos hicimos buenas amigas.
Pero mis restricciones seguían, mientras yo hacía lo posible por acapararla como mi única amiga, ella se abría paso cada día con sus nuevos compañeros, éramos diferentes pero ambas sufríamos del mismo bullying, me costaba entender cómo podía confiar, cómo podía socializar si el entorno no era "bueno".
Con el tiempo y gracias a ella mi grupo de amistades creció, pero no lograba sentirme incluida, siempre sentí que me "toleraban" por ella y tampoco era fácil para mi hacerme querer.
Recuerdo que cuando entré a décimo ella ya no estaba en el salón, nuestro grupo de amigas estaba incompleto, y ella, el centro de atención, ya no estaba. Por primera vez en años tuvimos que aprender a interactuar entre nosotras, o al menos, era mi primera vez interactuando sin ella presente.
Ese fue mi primer año de transformación, por primera vez entendí que no era el entorno, eran mis barreras. Era yo quién alejaba, ignoraba y estigmatizaba al mundo y este reaccionaba de la misma manera.
Obvio, no fue fácil pero empecé a conectar, esto se volvió fácil, el bullying seguía pero no me dominaba, no era el centro de mi atención y poco a poco se fue diluyendo.
Luego mi salón también cambió, mi nuevo entorno (que a decir verdad me tenía cierta reticencia al principio) era fantástico, finalmente vino la universidad, el trabajo, los amigos de vida y descubrí que nací con el don de conectar con las personas, de dejar huella sin quererlo.
Y que todo empezó, gracias a Ella.