Ya era de noche, ella estaba emocionada y asustada al tiempo, sería la primera vez. Se fue tan rápido que no dio tiempo a despedirse, quería llegar temprano a casa a arreglarlo todo.
En casa, organizando el escenario, sólo pensaba en que llegarían en cualquier momento y todo tenía que estar listo. Aún no sabía como haría para atender a los dos al tiempo pero la situación era perfecta: Habría silencio, un buen espacio y no estaría pensando en el tiempo.
Se sintió nerviosa, sabía que se le venía una carga inusual pero se preparaba sicológicamente para ello. Poco a poco fue ordenando los espacios y su mente, y en el momento menos esperado escuchó el primer toque en la puerta.
Él entró sin misterio, ya conocía la casa y la conocía a ella muy bien, vio el espacio ordenado y mostró un rostro satisfecho. También estaba cansado pero al igual que ella venía preparado para tan inusual suceso, era la primera vez que sucedería y debía ser esa misma noche, no iba a haber más tiempo después.
Se sentaron y al poco tiempo sintieron llegar la moto del segundo invitado quien se disculpó por la tardanza y entró, él no conocía la casa y a ella la conocía desde hace poco, pero en ese corto tiempo le había cogido un gran cariño.
Se miraron los tres, entonces ella tomando el control declaró el orden de la noche del gran acontecimiento.
Poco a poco distribuyó todas las tareas, definió lo que haría cada uno y fue así como se sentaron al fin a terminar su primer proyecto en conjunto.
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