Y empezó por plasmarlo en un dibujo, luego alcanzaba el cielo con las manos, un calor delicioso y olía a sal...
A su lado se encontraba una sonrisa radiante, opacada sólamente por la suya propia... eran dos grandes sonrisas atravesando lo que empezaba a ser un viaje para llegar al cielo.
Y fue algo así, significó manos entrelazadas, experiencias únicas, la inmensidad del mar frente a ellos, los pies en la arena mojados levemente por el incesante oleaje. Allí no había espacio para los problemas, para las preocupaciones, para pensar, solo había que disfrutar.
Llovía, el compás de la lluvia junto con las canciones de Gondwana, Orishas y Matisyahu lograban la melodía perfecta, lograba que la piel se hiciera más suave, los suspiros cada vez más fuertes, que las miradas hablaran y la sonrisa de hiciera segura y suave. Se creaba ante ellos su propio mundo mágico.
Se dejaron arropar por el amor, la ternura, el calor, la felicidad y este mágico sonido. Abrazados y tomados de la mano en ese momento tan especialmente perfecto, escuchó el suave y hermoso susurro de un "TE QUIERO".
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